Coincidiendo con el cincuenta aniversario de 2001: una odisea del espacio, película que es el pórtico de la ciencia ficción contemporánea, dos exposiciones en Barcelona y Madrid homenajean a este perfeccionista cineasta. CCCB (hasta el 31 de marzo), Espacio Fundación Telefónica (hasta el 17 de febrero)
La correspondencia previa a la producción de Lolita (1962), que Stanley Kubrick (Nueva York, 1928- St Albans, Reino Unido, 1999) mantuvo con Vladimir Nabokov; las partidas de ajedrez que el cineasta disputó con George C. Scott, uno de sus protagonistas, en las pausas del rodaje de ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964); las lentes especiales, que Car Zeiss fabricó ex profeso para que Barry Lyndon (1975) fuese rodado con las mismas velas que iluminaron el siglo XVIII en el que está ambientada la acción… Stanley Kubrick fue un perfeccionista hasta el delirio, su minuciosidad fue tanta que hizo que del making of de todas sus películas –por no decir de todos y cada uno de los planos que las integran– haya una copiosa documentación. De ello vino a dar fe Los archivos de Stanley Kubrick (2005), el volumen copilado por Alison Castle que, aún sin traducir, fue la mejor carta de presentación de la editorial Taschen en España.
Coincidiendo con el cincuentenario del estreno de 2001: una odisea del espacio (1968), cinta que es el pórtico de la ciencia ficción contemporánea, se han inaugurado en nuestro país un par de muestras en torno a su autor. Cada una a su modo, ambas celebran a quien fuera uno de los grandes genios del cine de la segunda mitad del siglo XX en base a los archivos de la creación de su obra que fue atesorando desde que tan solo era un fotógrafo de la revista Look.
Era aquella la más prestigiosa de las diversas revistas ilustradas, que mediados los años cuarenta surgieron para hacer la competencia a la legendaria Life. El futuro cineasta publicó su primera fotografía en aquellas páginas en el número del 26 de junio de 1945. A aquellas instantáneas nos remite Stanley Kubrick, la muestra inaugurada en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), que permanecerá abierta hasta el próximo 31 de marzo. Comisariada en su origen por Hans-Peter Reichmann y Tim Heptner del Deutsches Filmmuseum de Fráncfort, esta versión española ha estado al cuidado del crítico Jordi Costa.
Recibe al visitante de esta propuesta barcelonesa un audiovisual creado por el también cineasta Manuel Huerga en el que, a modo de introducción, se descubre al público la pasión creadora de Kubrick. Genio precoz, parangonable únicamente con Orson Welles y John Ford –en lo que a la pantalla estadounidense se refiere–, pues todavía no había cumplido los treinta años cuando ya estrenó sus primeras obras maestras: El beso del asesino (1955) y Atraco perfecto (1956).
Una y otra integran la sección reunida bajo el lema de Kubrick noir. En ella se descubren, a través de varios documentos concernientes a sus rodajes, las dos películas policiacas estrenadas por nuestro realizador. En los siguientes apartados, el visitante encuentra por el mismo procedimiento y cronológicamente la totalidad de la filmografía del maestro.
Así, durante el recorrido se tiene noticia de los problemas con la censura que tuvo Senderos de gloria (1957), la cinta que supuso una de las cumbres de todo el cine pacifista que inspiró la Gran Guerra, como poco desde la primera versión de Yo acuso (Abel Gance, 1919) hasta Johnny cogió su fusil (Dalton Trumbo, 1971). Dentro de ese pequeño subgénero del cine bélico, que es esta pantalla antibelicista, Senderos de gloria fue la película más antimilitarista de todos ellos. Lo que hizo que en diferentes países europeos fuese prohibida o no se distribuyese con normalidad hasta los años setenta.
De todo ello sabe el visitante de la exposición del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Al igual que del rodaje español –Colmenar Viejo, Alcalá de Henares– de algunas secuencias de Espartaco (1960) o del asesoramiento de la NASA durante el rodaje de 2001: una odisea del espacio. Esta última cinta precisamente es la que inspira Más allá de 2001: odiseas de la inteligencia, la exposición en torno a la inteligencia artificialque, hasta el próximo 17 de febrero, puede visitarse en la sala madrileña de la Fundación Telefónica.
Como se recuerda en la muestra barcelonesa, entre los proyectos que el maestro neoyorquino no llegó a llevar a la pantalla destaca Inteligencia artificial, dirigido finalmente por Steven Spielberg en 2001. Aun así, Kubrick ya se refirió a la inteligencia de las máquinas en 2001: una odisea del espacio. De hecho, esta obra maestra puede resumirse como un recorrido desde el primer instrumento descubierto por el ser humano con su inteligencia biológica –aquel hueso que el homínido comienza a utilizar a modo de arma– a HAL 9000, el ordenador que controla la nave Discovery y comienza a dar muerte a sus tripulantes cuando comprende que estos pretenden desconectarlo.
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